En diálogo con ‘Pase lo que pase’, por Radio Provincia, sostuvo que el Sumo Pontífice tenía “un absoluto compromiso con el oprimido, el descartado” y “eso reconduce a un trabajo que, en tanto cardenal, ya había inaugurado en 2007” en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (CELAM), también conocida como la Conferencia de Aparecida, que se llevó a cabo en Aparecida, Brasil.
Allí, recuperando las enseñanzas del Concilio Vaticano II, advirtió sobre los riesgos de “la dinámica de la concentración de poder y riqueza en manos de unos pocos” lo que “provoca exclusión” y aumenta la desigualdad entre los hombres.
Mencionó el magistrado que en el párrafo 65° de ese documento, Francisco dice que “duele la situación inhumana en la que vive la mayor parte de la población, en especial los presos. Era consciente de que no hay lugar -en una sociedad fraterna-, para los excluidos, los sobrantes, el excedente humano”.
“Es su dimensión la que lo coloca en situación de lavar los pies a un preso horas antes de morir”, remarcó el entrevistado, al tiempo que insistió en “el valor de la alteridad” que pregonaba el Papa con su ejemplo cotidiano.
“Hay una expresión muy cara en él que recupera el arzobispo platense Gustavo Carrara” que habla de “reconocer la vida como viene, tomar del otro tal como es para ver la dignidad que subyace” en cada ser humano.
Sobre la actitud de los argentinos hacia Francisco, consignó: “Hoy todos se rasgan las vestiduras pero algo habrá existido para que no haya podido regresar al país: precisamente por la división social, la violencia verbal que puede abrir lugar a la física”.
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