El docente, historiador e investigador Ezequiel Adamovsky, se refirió a la libertad en un escenario signado por la ultraderecha. En diálogo con ‘No mientan más’, por Radio Provincia, advirtió que “hay una propaganda política de ultraderecha destinada a niños que es preocupante. Tengo la sensación de estar con los bárbaros golpeando las puertas de la ciudadela y si no hacemos algo van a terminar ingresando”.
Advirtió que la sociedad argentina “fue mucho más igualitaria que el promedio de la región y está perdiendo ese rasgo”.
Señaló que “la clase media se ha visto muy empobrecida, aunque un gran porcentaje cree que pertenece a ese sector. Las encuestas dicen que ronda el 70%, incluso más alto que en Europa”.
El entrevistado consideró que “hay cambios ideológicos muy evidentes que están conectados con los cambios materiales, porque viene creciendo las tecnologías individualizantes”. También mencionó “la aparición de los trabajos desde las plataformas que suponen un tipo de vínculo laboral donde no tiene compañeros y no conoce a su jefe”.
La sociedad salarial se está perdiendo “y hay una prédica muy intensa de una pedagogía muy individualista. Venimos de sociedades en las cuales desde hace 200 años nos enseñan que es mejor que cada uno se dedique a sus asuntos privados sin importarle el interés de los demás, con la idea de que si cada uno se beneficia a sí mismo, de alguna manera mágica, eso va a redundar en un beneficio para todos”, expresó.
Advirtió en esa línea que “no hay sociedad humana previa que haya existido con esa ideología, todas han negociado el derecho individual con el colectivo, no con esta creencia tan extraña con la que nos educan hace 200 años”.
Por eso, estimó que “estamos en un momento donde cambió la relación de las clases altas con el Estado. Hace 200 años atrás fueron las que armaron el aparato del Estado como tal. El liberalismo era una fuerza de construcción de instituciones y del mercado”.
Sin embargo, hoy asistimos a una época donde “las clases altas sienten que esa tarea ha sido suficientemente exitosa como para que tengamos un mercado internacional capaz de organizar la vida y se puede prescindir de las estructuras democráticas que todavía tenemos”.
“Hay que recordar que la relación del capitalismo con la democracia nunca fue de concordancia. El liberalismo, en sus inicios, desconfiaba de la democracia, que se abrió camino por fuerzas republicanas, hasta que se llegó a una convivencia incómoda entre esta democracia liberal, donde el poder económico es manejado de manera despótica por los empresarios”.