En diálogo con La siesta es sagrada comentó que desde los inicios de la banda “al menos una vez tocamos en La Plata, es como estar en casa otra vez”. Luego recordó cuando comenzaron a ofrecer conciertos en el Centro Cultural Konex: “Tocar en ese lugar a las 19hs era una deformidad, en aquel entonces era todo un desafío, encima tocando tambores y música improvisada. Pero funcionó, y la gente va a escuchar, bailar y pasarla bien”.
Luego dijo que el conjunto ha dispuesto un sistema de lenguaje de señas nuevo para los momentos de improvisación. “Saber que vas a tocar con un público nuevo te renueva de alguna forma”.
Finalmente, destacó: “Somos diferentes y esa es la riqueza del grupo y aporta la singularidad que genera como esa voz propia. Hay algún músico viene de orquestas de música clásica, otro de candombea en la calle, otro de tocar música africana; es como una especie de síntesis urbana que combinado con la improvisación genera como un espacio propio de lo que es La Bomba”, cerró.